IV

La materia propia del ciberoperador rhopográfico no son las páginas ni los enlaces, el hardware o el software, los circuitos, datos o programas, sino la masa plástica del PENSAMIENTO, en estado crítico, y la desvinculación generalizada. Las operaciones internas y externas sólo se distinguen desde un punto de vista arbitrario; en realidad, se trata de una misma RELACIÓN pensante y vidente, ubicua e ilocalizable, obra total que invalida el criterio de pertenencia, adecuación y propiedad. La información y el exceso de conocimientos son una forma peculiar, pasiva, de asfixia y parálisis; la sociedad del conocimiento es la punta visible del lazo corredizo de la red, el juego del ahorcado elevado a entretenimiento universal. Un pensador anodal, desenlazado y desvinculado aumentará el grado de desconocimiento, la proliferación de enigmas, extenderá velos y profundizará la sima de lo desconocido hasta donde lleguen sus fuerzas. Luego morirá. La velocidad de la mano que clicka el ratón, por mucho que acelere, es incomparable con la celeridad infinita del pensamiento. La cabeza anónima gana la partida, en otro lado, bajo otras reglas, a la síntesis del órgano y el mecanismo.