XXI

Los detalles insignificantes marcan la pauta de los acontecimientos, apenas una insinuación, una nota al margen, de consecuencias devastadoras. La palabra CONTROL marcó el final del siglo XX y sin duda marcará por entero, hasta absorber toda forma de vida, el XXI, desde el control de la expresión génica a las nuevas tecnologías de procesamiento de la imagen mediante puntos de control, del control variable del tráfico aéreo y terrestre a los múltiples puestos de control, mortíferos, que inundan las zonas más peligrosas del planeta. Entre todas sus materializaciones, la más inocua, la más universal, es la más representativa, la que indica la consumación del ciclo, la aceptación incondicional de una obediencia sin límites: la tecla Ctrl. A modo de icono en el centro neurálgico de la tecnología, sello de una situación de dominio, representa en el teclado exactamente lo que es, una tecla modificadora que no tiene una función por sí misma, que no vale nada, que debe ser presionada junto a otra para funcionar. Una esterilidad profunda que, no obstante, cuando se pulsa en conjunción con otra tecla, realiza una operación especial, hace que el proceso de datos, la distribución jerárquica de las òrdenes y las funciones se ponga en marcha. El ordenador ejecuta el proceso controlado tal cual los flujos normativos, las consignas sistemáticas, las directrices, supervisan cada uno de los actos de la vida cotidiana. La serie Ctrl + Alt + Supr sería ejemplar en este sentido, en cuanto a la gravedad de sus efectos, ya que reiniciaba el sistema, en caso de bloqueo. El orden de vida actual, sometido a una actualización continua, aparece como una modificación operativa, en algunos casos sustancial, una supervisión a todos los niveles, que, paradójicamente, no vale nada, tiene un contenido cero, es una ley vacía, pero que, por ello mismo, lo cambia todo, lo fagocita todo sin hacer nada, obliga a cualquiera a cualquier cosa, parásito digital. El poder es tan fácil, se funda en algo tan sencillo, como conseguir que millones de personas pulsen una tecla millones de veces al día en millones de lugares. Para NADA. Por NADA. Es sólo una tecla.