XI

La teoría de la complejidad aplicada a las ciencias de la vida y la ecología, sin tomar las debidas precauciones respecto al valor de lo complejo, puede llevar a resultados contraproducentes e incluso contrarios a los deseados. Los extractos recogidos para el análisis de muestras de aguas residuales o de aguas superficiales contaminadas, se consideran precisamente demasiado complejos, más ricos por tanto en sustancias de todo tipo y trazas que un agua sin contaminar, pero más pobres en diversidad biológica; este hecho, obliga a una purificación posterior para eliminar la mayoría de los interferentes que implican una fuerte degradación de la calidad del resultado analítico. Otra señal de aviso es que los petróleos brutos también son de una gran complejidad, marea negra de la teoría y la práctica que encenaga los organismos vivientes. 

X

La máquina no es más que una IDEA realizada en el mundo, la concepción de la obra y el ingenio que se proyecta y ejecuta hasta el más mínimo de los detalles. Esta degradación del pensamiento, y consecuente corrupción del orden de lo real, provoca que la idea, en lugar de permanecer como puesta en cuestión incesante, acabe por convertirse en una puesta en acción automática, servil y calculada. Un universo material y técnico, en todo momento servicial, productivo y obediente, guiado por la idea de servicio, es un mundo sin vida propia. En la escena final de este episodio histórico, en el fondo historia natural, el amo de las cosas, el señor del universo que dictaba las órdenes, se transforma, sin darse cuenta, en sirviente fiel de sus creaciones. Ha sido ordenado por el orden. El SERVIDOR informático es el epígono de este movimiento.

IX

Los sistemas de detección automática de escenas, donde la cámara identifica la escena cuando apunta al motivo y hace los ajustes pertinentes; de detección de caras y sonrisas, para tomar la instantánea en el momento preciso; de reconocimiento facial y seguimiento del movimiento se han generalizado. Habría que añadir la reciente creación de una inteligencia visual, análoga a la inteligencia artificial, que no sólo actúa en el espacio sino durante el tiempo, y ajusta de forma intuitiva la composición basándose en la dirección de la cara del sujeto, el número de personas del marco e incluso si el sujeto sonríe. Este método automático de generar fotografías espontáneas es capaz de tomar imágenes que incluyan el mayor número posible de rostros enfocados y girar el objetivo hasta encontrar el encuadre ideal mediante una capacidad de rotación de 360º. Como es obvio, un mero cambio en la programación permitiría detectar cualquier otro aspecto visual cuantificable y digitalizable si se genera el modelo adecuado. Los progresos de esta inteligencia apuntan a confeccionar un catálogo perceptivo universal a partir de códigos y modelos que anulen la singularidad y sustituyan de manera progresiva la realidad por el modelo. La sonrisa pasará de ser un acto de expresión a un elemento modelable y de naturaleza lógica que, en lugar de existir por sí mismo, existirá siempre y cuando responda a los criterios de inclusión o exclusión del programa. La máquina, en última instancia, decidirá quién ríe.