XIII

La cabeza blanca del chihuahua, temblorosa, asoma por la abertura de un bolso de cuero negro. Está en el regazo de una chica con una blusa y pantalones blancos, camiseta verde y labios rojos, que intenta reconciliarse con su pareja, sentada delante. A su lado, un amigo de ambos observa divertido la situación mientras hace monerías al perro. Por más que lo intenta, la chica no consigue arrancar una sonrisa del chico de sus sueños, ni por más que finge suplicar, con labios dispuestos, recibe el premio de un tímido beso. El chihuahua, que parece darse cuenta de la situación, alarga sus finas patas para intentar saltar a las rodillas del amante, malhumorado por no se sabe qué motivos. No hay nada que hacer. No le hace caso como no hace caso, sigue con cara de contrariado, a su amada. El amigo común le susurra algo al oído. La chica saca un teléfono inteligente, lo coloca en posición horizontal, cogido con las dos manos a la altura de su pecho, y activa una aplicación que simula, al tamaño de la pantalla, el paso de la información en un cartel luminoso de leds, de derecha a izquierda, letras blancas sobre fondo negro. El mensaje que se visualiza es el siguiente: "TE QUIERO MUCHO", desfilando por la pantalla como si fueran los subtítulos directos de su cerebro. Sólo entonces, el amado reacciona y se incorpora para dar un beso a la chica. La técnica ha triunfado donde fracasaron todas las estrategias de seducción femeninas. El bolso se ladea cuando la chica va al encuentro de su amado; beso de reconciliación bajo títulos de crédito, escena final de la película. El perro sale de la bolsa.