XVIII

La masa crítica del estado, en su fase digital, supone un estado de crisis continua, la multiplicación de gráficas de alzas y bajas, recuperaciones y pérdidas, una avalancha de información sin precedentes, un despliegue indiscriminado de aplicaciones y actualizaciones que se ejecutan de forma automática. El modelo de la nueva democracia es un gobierno que no ha sido elegido en las urnas, un desgobierno permanente y sistemático; una vez instalado, después de la descarga, como cualquier otra aplicación, prescinde en buena parte de la voluntad del usuario y ejecuta la tarea para la que se ha programado. Es un gobierno multiplataforma, apátrida y virtual, que no tiene otra realidad que la información depositada en los servidores; aunque es muy fácil de obtener, el acceso a este poder es libre, su puesta en marcha no tiene término medio, es excluyente. Si no está instalada la aplicación, el usuario queda fuera de la mensajería instantánea, de la red de conexiones políticas, enlaces intertextuales que le permiten formar parte de un núcleo social; si funciona, está expuesto a la localización y envío de órdenes en cualquier momento y a cualquier hora del día, sin poder hacer nada para remediarlo. El programa de gobierno recoge información de todos los contactos y de la red de datos del individuo, convertido en poco más que un dispositivo móvil orgánico, por iniciativa propia y según consignas variables. Sabe lo que tiene qué hacer, para qué ha sido creado, y se aplica con determinación a ello. Lo que pasa en la vida, la agenda de ejecución del gobierno (What´s up) se decide en (la) red (WhatsApp); el quehacer diario, el pasar del mundo y de la política, los acontecimientos múltiples, se transforman en aplicaciones, trabajos multitareas automáticos que nadie reconoce haber encargado ni ordenado. No son cosa suya. El aviso es instantáneo para todos los contactos, los puntos nodales de la información, cada una de las células de identidad digital; se felicitan unos a otros de tener la misma aplicación instalada, de haber perdido el control de su propia vida, servidumbre no refrendada. El control está fuera de control.